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Acto de entrega de la Medalla de Honor 2023 a D. Antonio Carvajal Milena en el Paraninfo de la Facultad de Derecho. 25 de mayo 19h30

Acto de entrega de la Madella de Honor 2023 al Exmo. Sr. D. Antonio Carvajal Milena

El jueves 25 de mayo de 2023 a las 19h30, en el Paraninfo de la Facultad de Derecho, tuvo lugar el acto público y solemne de entrega de la Medalla de Honor al Exmo. Sr. D. Antonio Carvajal Milena. Tras la Fanfare inicial, el Vicesecretario general dio lectura del Acta de Concesión de la Medalla de Honor, a la que siguió la intervención en nombre de la Academia de D. Carmelo Trenado Tormo.

Se hizo entrega de medalla y diploma a el Exmo. Sr. D. Antonio Carvajal Milena, tras lo cual se subió al púlpito para su intervención.

Por último, la Sra. Directora pronunció unas palabras y a continuación abandonó la mesa para tomar su violonchelo y dar comienzo, junto con D. Antonio Carvajal a un pequeño recital poético musical.

El Vicedirector, Ilmo. Sr D. Jesús Conde Ayala, levantó el acto a las 20.35h

Palabras de D. Carmelo Trenado Tormo

Señora Directora.
señoras y señores académicos, D. Antonio Carvajal
Señoras y señores.

Me cabe el gran honor de agradecer en nombre de esta corporación a la que pertenezco, tanto la aceptación como su presencia en este acto de entrega de esta distinción: Medalla de honor, máximo reconocimiento que otorga esta Academia a D. Antonio Carvajal Milena, notorio exponente de la cultura en general y de las letras en particular sumándonos con ello al reconocimiento a uno de los poetas vivos, más importantes de este País. Cuanto afirmo no es un juicio de valor, si una realidad objetiva.

Se hace este reconocimiento público desde el seno de una institución sensible a cuanto significa y desde los más sinceros afectos.

La aceptación de este compromiso que sin duda lo es para mí, entraña a la par ciertos riesgos como es el deslinde de mi personal consideración al premiado del estricto protocolo que hoy nos congrega, algo manifiestamente imposible máxime cuando, aun siendo un elemento más de todo ese cosmos receptor de un legado vivo, permanente y renovado día a día desde la generosidad traducida en atenciones, aportes y en cuantas necesidades creyese oportunas, siempre en alerta y anticipándose a todo ello, me siento deudor de una amistad absolutamente entrañable que agradezco y complace

Amigo mío, poeta mío, y de todos: te estoy hablando de tú a tú ignorando el respeto que tanto los presentes como la ocasión merecen, adentrándome en el foro restringido de las confidencias al recordar cuando me decías que desde la atalaya de tu pueblo, Albolote, ¿o era Orihuela?, divisabas la Alhambra y soñabas con una Granada la Arcadia de tus aspiraciones, salvadora de un futuro imaginado que como cualquier sueño mítico no se correspondió finalmente con la realidad esperada.

Por contra, si bien yo, solo me mostraba expectante ante mi llegada, esta ciudad me ofreció inesperadamente cuanto necesitaba en ese momento, más la Alacena, recuerdas? la Alacena de las monjas, y tú, y todos cuantos allí nos congregábamos bajo tu amparo, permíteme que con mi consideración y respeto a todos mencione a nuestro entrañable y ya desaparecido Faik, era aquel, lugar de encuentros y de acogida para un agradecido recién llegado, aunque había algún descolgado que nos observaba en la distancia que se interrogaba y nunca se atrevía

Y en ese ámbito, no sé si esperábamos salvar o salvarnos de algo, pareciese que nos cobijábamos a nosotros mismos atrincherados en la defensa ante un devenir incierto, o no, espera; creo que sí, quizá de esa Granada atávica temerosa de sí misma con destellos del peor acero y digamos, que con mala conciencia.

Y tras la experiencia y sin huir, te vas; aunque solo te alejas dejando atrás lo que no te merece, pero te seguimos de cerca tras la huella indeleble que has ido dejando cuando tu exilio, tan cercano como voluntario, esta preñado de mares, amistad y versos, versos en la trascendencia universal del mejor amor y amistad que nos das, en la madurez creativa más extrema colmada de una ternura que desarbolaría la más enérgica imagen de fortaleza aun, cuando en necesarios momentos tiñas de negro la paloma que en su vuelo y bajo tu apariencia picassiana, señalara el horizonte sobre esas mareas en las que nos llevas a todos en ti, timonel de proa de un viaje necesario, cuando estás en todos nosotros de la mejor manera posible.

Y mientras deambulas de acá para allá con nuestros cuadros esculturas y dibujos debajo del brazo, nos lees en ellos y nos los devuelves en el mejor y enriquecido papel, nos leemos renovados a nosotros mismos cuando escribes y nos gusta reconocernos a partir de esa articulación de supuestos emanados desde la sensible percepción capaz de seducir, atrapar y ganar para la causa al menor iniciado lector.

Antonio, no rehúyas nuestra mirada en el halago, a la par de lo expuesto también te sabemos comprometido y enérgico, asimismo caustico ante esta plomiza y en ocasiones insoportable levedad del ser responsable en el débito con dejaciones de la misma causante además, de esta extrema miopía obstáculo para el desarrollo de una sociedad, cuanto menos paralizada.

Y como elemento dinamizador de la misma, la cultura y en consecuencia el conocimiento que nos habrá de hacer libres; y en eso estás, en eso estamos, quizá haya que hacer saltar de las páginas y liberar a esos icónicos tigres de su jardín para que defiendan lo que nos pertenece y es patrimonio de todos, como lo es la cultura, el hecho consumado, el derecho a discrepar o la obligación a exigir el bien común alejados de señuelos y falsos propósitos.

Y en medio de todo esto, donde está la verdad?, pregunto: puede que esté en la belleza, en ese indefinible e indescifrable concepto de belleza que por imposible y según tú propones, solo se habría de mostrar; mostrémosla pues, que se muestre para aquellos “creyentes” de la misma que sean capaces de apreciarla y convertirla en vital alimento, pan y sustento del alma, elemento trasformador de cuanto necesitamos, deseamos y de la que indivisiblemente formas parte.

Llegado a este punto, consumado mi temor y asumiendo estar vencido por los afectos no he hecho mención a tu prolija e importante producción literaria, a los reconocimientos tanto a nivel nacional como internacional, a los estudios y ensayos que sobre tu obra se han abordado desde universidades, entidades públicas y privadas así como en editoriales, pero siento que no es necesario, me dirijo a ti, a los presentes, a los que te sabemos y a cuantos te abrazamos como catalizador de lo expresado desde el compartido agradecimiento de cuanto recibimos.

En este devenir de acontecimientos, la vida en ocasiones se nos muestra generosa y nos da la oportunidad de corresponder, como es el caso.

Desde la extrema impudicia y humildad, te dedico este final de un poema de mi autoría como correspondencia a aquel primero que me escribiste recién llegado y que bien pudiera contener cuanto no he mencionado.

He caminado
en la búsqueda

evitando el desdén
y la negación al paso cambiado

hacia no sé dónde; llevo henchida la maleta

con vosotros todos y en el arrastre,

lamento en el forcejeo continuo con la pasión

en permanentes conatos de definición.

 

Protejo
mis emociones y

solo respondo
de cuanto me dais, vosotros también
de quedaros sin ello viviendo quizás, en el vacío de los propios miedos,
en la carencia

de un por qué, y aun así,

venís conmigo
y sois parte indisoluble de este ayer que lo fue,

el hoy que es
y el mañana
que sin duda lo será.

 

Acercadme
ese pagano cáliz de la vida

y dejádmela beber
hasta saciarme

para no ver nunca marchitada

esta flor,
bajo la extinta luz

de la mirada.

Mis más sinceras felicitaciones.

Muchas gracias

 

Discurso pronunciado por D. Antonio Carvajal Milena

Amé cuanto es materia y por el arte mudará en alimento del espíritu

escribí un día, ‒señora directora e ilustres miembros de esta real academia, señoras y señores‒ para atender la petición del amigo que deseaba honrar la memoria de un compañero ausente. Dicho en pasado es un epitafio, pero ajustado al presente es un lema. Amo el arte y por el arte alimento mi poesía y yergo mi vida, en cuyo dilatado curso he procurado cumplir con cuan- to expresé en el poema inicial de mi libro Raso milena y perla

CITA

Lo que el espíritu del hombre
Ganó para el espíritu del hombre
A través de los siglos,
Es patrimonio nuestro y es herencia
De los hombres futuros.
Al tolerar que nos lo nieguen
Y secuestren, el hombre entonces baja,
¿Y cuánto?, en esa escala dura
Que desde el animal llega hasta el hombre
.

Elige, pues, los símbolos de Palas: Lechuza en vela y rostro de medusa. Que la una te preste su constancia para escrutar las sombras; que la otra petrifique al que, cruel con la belleza, la pretenda violar. Así los días tendrán más luz para el conocimiento, para la libertad mejores armas.

Y el Arte nos dará su bendición.

GLOSA

Por una vez metido a profeta, hoy recibo de vuestras manos la bendición del Arte pues vosotros, unánimes, me reconocéis merecedor de este premio por mí ni pedido ni esperado, sí agradecido de todo corazón, con emoción tan desbordada que las palabras no aciertan a definirla.

He vinculado mi poesía al quehacer de amigos y maestros desde que le dediqué mi primer libro a don Vicente Aleixandre, libro con poemas com- puestos con sujeción a número, desde el primero, “Retablo con imágenes de arcángeles”, organizado según Ambrosio de Vico dispuso la arquitectura que

había de acoger en la iglesia de mi pueblo, Albolote, obras de Bernabé de Gaviria, Pablo de Rojas y Pedro de Raxis, hasta el final, una oda con tres movimientos al modo de una sonata, pasando por el retorno lírico de un regalo suyo al escultor Bernardo Olmedo, transmutado su cuadro en siete sonetos. Si hace 50 años, en mi segundo libro, los poemas nucleares versaban sobre cada una de las artes, desde el que inicia el libro, Serenata y navaja, monólogo dramático puesto en boca de Salieri para expresar su conflicto íntimo con Mozart, al que lo cierra, “Oración umbría” en que se pide a la luz la liberación frente a las penas oscuras, repasado el conjunto de mi obra veo que soy quizá el poeta más social de la reciente poesía española, pues no encuentro a nadie que haya dedicado a los demás tanta obra, es decir vida, como yo, ni que pueda presumir de tener en este siglo tres óperas estrenadas ni un reloj marcando desde el anonimato el deseo de felicidad para quienes sepan por él su hora.

He preferido siempre la solidez del pensamiento a los vaivenes devaluato- rios del dinero y a la gasificación disoluta de la fama; por ello me siento más que recompensado con las tesis doctorales sobre aspectos de mi obra y las antología y traducciones que se han elaborado con mis materiales, y con las óperas, canciones y otras formas musicales en que se ha transmutado mi voz en música, con los epígrafes que expresamente se me piden para inscribirlos en esculturas, con los variados retratos que se me han hecho, con recibir un día el cariño de amigos, compañeros y antiguos alumnos en tres volúmenes de excepcional calidad, tanta que sólo puede medirse con el cariño de quienes los hicieron y la gratitud de quien lo ha recibido. Hablo de mí porque en mis palabras resonáis vosotros, a quienes os ruego que os sintáis nombrados a la par de los destinatarios expresos, y os quiero coresponder con cuatro poemas dedicados respectivamente a mi primer compañero de viaje en tranvía hacia el estudio, Miguel Barranco; al primer escultor para el que posé, Bernardo Olmedo; al primer compositor que transfiguró mis versos, Juan Alfonso García, y al primer fotógrafo amigo, Paco Fernández, que me enseñó a ser libre ante la mirada ajena y ensanchó tanto mi horizonte vital que apenas puedo abarcaros a todos para fundirme con vosotros en un abrazo de gratitud.

Muchas gracias

 

Palabras de la Exma. Sra. Dña. Orfilia Saiz Vega

La amplitud de la generosidad campa a sus anchas en el espíritu de nuestro homenajeado. Lo nuestro, es casi egoísmo, pues es este un reconocimiento que hace un bien mayor a la propia institución que a D. Antonio, a quien no le hacen falta ya más lustrosas medallas para saberse amado en retorno por todas las artes a las que ha dedicado sus atenciones.

 

Agradezco a nuestro compañero D. Carmelo Trenado las palabras tan cariñosas que ha articulado en representación de los miembros de esta corporación, incluso también alzando la voz de aquellos que ya no están, grandes amigos también de D. Antonio. Agradezco también a todos los que nos acompañan hoy, su presencia es testimonio y cariñoso abrigo tanto para el homenajeado como para la Real Academia.

 

Arte. El arte es sin duda lo une a cuantos estamos aquí. Al arte uno no se acerca para hacer carrera ni ser útil. Un yugo imperceptible se posa, un lazo terrible que une un espíritu sensible con la belleza y la expresión, volviéndose indisoluble; permanece, pero su aliento es vitalidad.

 

Los hombres como D. Antonio son el testimonio de una época de convicciones, de pasiones, de humanidades y de largos recorridos. No envidio las generaciones actuales en las que la incertidumbre es tónica, la concreción de objetivos se impone y no hay mercado para las humanidades, dejando muchas almas náufragas y atrapadas en vidas ajenas.

 

Antonio nos ha recordado su constante relación con las artes plásticas, gráficas y musicales. Así, ambos guardamos en nuestra memoria el recuerdo de una Paráfrasis de las Siete últimas palabras de Cristo en la Cruz, obra de Haydn que tuvimos el placer de compartir.

Sin ánimo de invadir los poemas, ni el momento, me van a permitir que le de contrapunto musical a los versos de Antonio, en representación de lo que somos, Academia de Bellas Artes, que no Buenas Letras, y en modesto reconocimiento de la inmensa gratitud que nos profesa nuestro homenajeado.

 

El Preludio – Fantasía de Gaspar Cassadó sonará tras los primeros versos. La fuerza de la impotencia ante lo inevitable se alterna con la ternura en esta obra original para violonchelo solo.

En segundo lugar, un arreglo de la Melodía en Fa de Rubinstein, mundana y soleada como el paseo que compartieran Bernardo, Carlos y Antonio y que se detuvo en el retrato que el Sr. Olmedo hizo de D. Antonio.

Antes del último poema, un último canto, Dolccisimo, del lituano Peteris Vasks, compositor fascinado por la espiritualidad de Castillo Interior de nuestra Santa Teresa. Me atrevería a decir que el hilo invisible de la espiritualidad religiosa hubiera podido unir este hombre con Juan Alfonso García, a quien está dedicado el último poema del Sr. Carvajal.

 

Abandono pues la mesa con su permiso.

 

RECITAL POÉTICO MUSICAL

Comienzo con el poema inédito que contiene como estrambote el correo de felicitación dirigido al

Dr. Francisco Fernández De Montfort University Leicester

Casi traspuesto el sol, cuando la Sierra es bruma de violeta y lis de bruma, disipada del baño aquella espuma mínima de un fragor de cuerpos, tierra

y aire en silencio, la piscina encierra el ámbito en cristal. Miramos: suma de ojos, de latidos. Alguien fuma… ¡Mira qué luz! Y Paco en Inglaterra.

Maldita sea… ¿Lloverá? Seguro
que en la camisa blanca los gemelos le quedan bien. Las gafas. El birrete,

una boina con borla. El cielo oscuro, la vuelta a casa. Y tú por esos cielos, Paco, Paquito, Fecofez, solete.

Este pésimo soneto va por ti, que sabes que te queremos y que de ti hablamos, y que ayer tarde (hora del poema), como siempre te echa- mos de menos, y veíamos el mundo doble y mejor, porque tú nos has enseñado a mirarlo. Y tú, tan doctor y tan feliz.

Te escribo en el nombre de todos –Marite, Antonio, Curro–, te abra- zo en el nombre de todos, y espero que Juan Antonio te cuide, niño de nuestros ojos.
Eres, y lo sabes, nuestro orgullo.

* *  *

Preludio – Fantasía, para violonchelo solo. Gaspar Cassadó

* *  *

 

IMAGEN FIJA
[Ante mi retrato de barro, hecho por Bernardo Olmedo]

… y hemos subido la ladera, cuando más aprieta el estío, sosegando
el calor con la altura
o bajo los membrillos o los pinos

o la fresca espesura
de los chopos, caminos
fuera, o en el dintel de los molinos abandonados.

Henos
a los tres −Bernardo, Carlos, Antonio−,

veraniegos, serenos,
al florido estramonio
atentos, su blancura −tal demonio
de luz− tan engañosa,
cáliz para el veneno, o ella misma
letal y muy hermosa.
De espacio, uno se abisma
en sí mismo. No piensa. Late. El crisma de la luz lo arrebola
y una tranquila ola
acompañada del
rumor del monte −agua, pájaro, abeja−, tiñe el campo de miel
de romero, y nos deja
arrebatados o, más bien, por vieja verdad uncidos,
acordes ya con la naturaleza:
no duermen los sentidos;
reciben. La tibieza
los mece y todo adquiere una belleza bien que mortal, distinta,
como esa flor −si en tránsito no extinta− que es la materia toda

transida de blancura.
Pronto acaba

esa sencilla boda
con el ámbito: Estaba
el ámbar de la miel cubriendo lava canicular, y un poco
de brisa que se alza nos ahoga
casi, con su sofoco.
Ni un pajarillo boga
por el aire; el sol, así, se irroga
el completo dominio
de nuestro breve, aunque dichoso, predio. Todo va a su exterminio,
el gozo con el tedio,
la tierra con el mar, y sin remedio.
Mas sólo este diamante
que en nuestras vidas deja en ocasiones el tiempo, crepitante
y puro entre los dones
turbios de cada día y emociones,
nos salva, nos recrea;
y, si devueltos al afán del día,
su delicada idea
nos guarda la alegría
silenciosa.

Recuerdo la armonía de ese inocente instante

al aire libre, ahora que me hallo enajenado, ante
mi fija imagen. Callo
como entonces. Calláis. Un vivo rayo de fe nos ilumina:

«Ese soy yo. Recuerdo esa mirada si culta, campesina;
la frente sosegada;
la oreja pequeñita, la ovalada barbilla…» Me detienen

tus manos en el barro. ¡Con qué arte me saben y sostienen
mi vida, parte a parte
y gesto a gesto!

En el milagro quieto, en el pequeño lago

entre los días, reto al rostro vago del transcurrir, mi rostro ya, sujeto a la perenne hermosa tierra, queda para siempre.

¡Feliz quien ve su cara sin máscara!

Conceda te la existencia clara

verdad, como por ti me la depara.

* *  *

Melodía en Fa. Arreglo para violonchelo solo. A. Rubinstein

* *  *

 

EPÍSTOLA Y COPLAS
A Miguel Barranco

Y cuando aún no éramos nosotros −éramos sólo hijos, no teníamos pasado propio, ni siquiera historia íntima− nos conocimos: Uno perfilaba el futuro entre las nieblas de una lección de música, los otros en contabilidades familiares

y negocios ajenos; muchos más
su designio aplazaban, mientras yo
elegí la palabra y tú medías
tiempo y espacio en concreción hermosa, en volumen perenne, en fundición

y fundación de la belleza.
Luego

aquél, como su música, fue al viento y se deshizo en él; otros bailaban
y entre dos giros de la danza hallaron su trabajo y su amor. Yo me quedé atado a las palabras y ahora tú

me pides un traslado de tu obra −toda tacto y visión− a voz certera: No puede ser.

Tan sólo la alegría
de tener en mis manos de tus manos

la pieza conseguida puede serme estímulo y motivo de canción:

Tú que ciñes la vida al frágil tacto
de una arcilla perenne y a terso vaso

de un alma exacta
que es, por ser más materia, más luz, más alma,
toma mi voz y dale
bulto y sonido
de bronce para el ansia
de ser por siglos.
O hazla de mármol,
blanca lección del tiempo, roca sin años.

* *  *

Dolccisimo, (The Book) Peteris Vasks

* *  *

 

ODA A LA MÚSICA
Para Juan Alfonso García

Baja del cielo la pura
música eterna que el sentido embarga, tan ajena a nuestra oscura
tristeza y a nuestra carga
de soledad, consoladora y larga
en luces frente a la pobre
sombra de que surgimos, que se queda suspensa en su gozo sobre
nuestras frentes, como pueda
el iris permanente quedar, seda
de besos y de palomas
brocadas, sustraído a la mentira
del silencio.
¡Cómo tomas
nuestros delirios de ira,
nuestra sinrazón de aire que delira creyéndose huracán, lleno
de orgullo el pecho vano, y nos elevas a tu origen, a tu seno
no corrupto, donde abrevas
los pájaros perfectos de las nuevas esperanzas!

Todo acaba
en ti, la inmóvil pero sucesiva

perfección, copo de lava
acogedora y no esquiva
del Amor. Cabe en ti el olvido, viva mar, y eres todo el gozo
del porvenir. Aquí, sobre este puente nítido, ya sin embozo
ni en los labios ni en la frente,
te podemos decir, a ti, la fuente
de nuestros consuelos, dónde
se esconde la verdad de nuestra vida

rota, en qué lugar se esconde nuestra verdad, no sabida jamás.

Pero recógenos y anida nuestro temblor en ti. Danos
tu calor, que no queremos ni pensar ni sentir. Con nuestras manos
en tus mejillas, para amar
te mejor, enséñanos a buscar
las huellas de aquella exigua pureza nuestra, eterna y delicada que debe estar en tu antigua inocencia.

¡Y danos, cada
mañana, el ser de luz ante la nada!

 

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